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13 de noviembre de 2010

DLG - Quiero decirte que te amo (2008)

AMO ESTA CANCIOOON!! en cima el estilo de DLG la mejora de una maneraa!! me encantaaaa!!

6 de noviembre de 2010

El Secreto del Vampiro

En 1992, Ela conoció a su primer rival, Clark. Nunca le había gustado la gente que intentaba sacarle el prestigio en lo que era buena. Ese tema era algo que le pasaba desde siempre, cualquiera podría decir que quería llamar la atención, ya que nadie se la prestaba. Amarell provenía de una familia pobre, tenía seis hermanos mayores que cada uno de ellos admirados por sus talentos personales y una hermana menor, Jessica, que era la adorada de todos, menos de Ela. Sus padres nunca la tuvieron en cuenta, ya que Jessy, con su melena rubia y ojos verdes, acaparaba toda la atención y daba a la familia la oportunidad de ser salvada de sus problemas económicos casándose con algún rico, lo cual, nuestra protagonista pensaba, era algo no solo antiguo si no que también poco digno. Con todos estos problemas, Ela se crió prácticamente en la calle intentando destacarse para ser vista por alguien.

Amarell se dedicó a desarrollar sus múltiples talentos en las artes que en ninguno de sus hermanos se podían ver, decidiéndose en sus dos favoritos: la pintura y la literatura. Cuando creció fue la primera en su familia en ir a la universidad y en tener un trabajo estable, lo cual no fue desaprovechado por su familia. En la facultad de filosofía y letras habría llegado a ser la mejor estudiante si no fuera por un talentoso chico proveniente de una familia opuesta a la suya llamado Clark.

La palabra que más caracterizaría a este chico, además de brillante, sería egocéntrico. Si le hubieran preguntado a Amarell en las épocas en las que recién se conocían les hubiera dicho más palabras, e incluso más fuertes. Durante esos tres años en los que se frecuentaron por la facultad, no solo fueron enemigos, sino que poco a poco una relación amor-odio se iba formando.

Para fines de Marzo de 1995, Ela cumplía 23 años y caminaba por las afueras de la ciudad de vuelta a su casa. Entonces se encontró con Clark, quien, para la sorpresa de la chica, le deseó feliz cumpleaños y sacó en un acto de magia un tulipán rojo carmesí de su oreja. Demasiado desconcertada para insultarlo o decir las millones de frases agudas que pasaban por su mente, se quedó ahí parada mirando hacia los ojos marrones del chico que parecían derretirse como el chocolate. Por primera vez desde que lo había conocido, su sonrisa perfecta no le dio ganas de golpearlo, sino que quería acercarse aún más a él. Podía llegar a sentir un cosquilleo en el estómago, causado por los nervios, y como las palabras se arremolinaban detrás de su lengua tapando toda vía libre de sonido posible.

En un momento el chico la miró con ternura, apartó su pelo rubio-rojizo y la besó. Nunca había sentido algo parecido, sentía como si el aire se le escapara como lo hacía en un globo pinchado. Podía sentir como todo ese resentimiento que había juntado durante tantos años iba desapareciendo poco a poco en ese beso apasionado.

Pero algo estaba mal. Cuando la soltó, y ella abrió los ojos, estaban rodeados de hombres en motocicletas que intentaban llevársela con ellos. Clark hizo todo lo posible para evitarlo. Lucho con uñas y dientes sin éxito alguno, terminando tirado en el piso, todo cubierto de sangre sin saber bien de quién era, con el cadáver de su amada a su lado, sin una gota de sangre en él.

Desesperado intento hacer algo, aunque ni siquiera sabía qué. Terminó sentado con las lágrimas desbordándole de los ojos por la única mujer a la que había amado y de cuya compañía no había podido disfrutar. Solo un beso, un único beso. Desde ese entonces, juró vengarse, aunque a penas sabía cómo. Todo el dolor que sentía lo hacía olvidar del dolor que sentía en el cuello, era un dolor agudo. Aunque no faltaría mucho para que se diera cuenta en lo que se había convertido.

Seis años más tarde, cuando su transformación se había completado y ya era un vampiro completo, se entero de algo que había escuchado antes, pero sólo en novelas: la reencarnación. Esa información le devolvió la esperanza que inútilmente se había dado antes, el de volver a encontrar a Amarell.

La felicidad que sintió al enterarse de donde se encontraba era incomparable a cualquier otra cosa. Se había jurado el volverla a ver, el volverla a enamorar, e incluso si es que ella estaba de acuerdo, transformarla en una de los suyos y estar con ella por el resto de la eternidad. Se sentía listo para eso.

Cuando la vio por primera vez, no pudo acercársele. Era demasiado pequeña para poder estar con ella, tendría ocho años para ese entonces. Pero él era paciente y podría esperar a que ella cumpliera 20, mientras ella no se enamorara de nadie más… esa idea y la de que pasaría si le contara la verdad lo atormentaban constantemente.

Se decidió a que en su espera no haría contacto con ella, pero algo se interpuso en su decisión. Un día, la casa de Amarell se incendió. Clark, en un acto desesperado y egoísta la salvó únicamente a ella y dejo tanto a la casa como a la familia de la chica quemarse. Se la llevó volando (una cualidad de los vampiros) hacia un lugar donde podría estar a salvo. Ella quedó con fallas de memoria y varias quemaduras.













No lo entiendo. Pensó Amarell. Clark… ya sabía, por fin, de donde conocía esos ojos oscuros que siempre la miraban con esa mirada excepcional, esa mirada que nadie le había dedicado antes. Ahora que su memoria había vuelto, nueve años después, podía recordar como sus miserias y angustias iban desapareciendo una por una mientras volaban los dos, escapando del incendio, y veía su pelo rubio alborotándosele con el viento que le refrescaba las quemaduras y la hacían sentir libre, más libre de lo que jamás se había sentido.

Entonces lo encontró. Tenía esa sonrisa tan tentadora que le daba escalofríos. Lo miro y le hizo una señal con la cabeza para que la siguiera. La sonrisa de Clark se acrecentó mientras la seguía a través de los pasillos poblados, hasta encontrar en el instituto un aula vacía. Ambos entraron y ella cerró la puerta detrás de él. No sabía por donde empezar.

- Entonces… ¿Qué necesitas? – dijo Clark con las cejas alzadas, casi desafiantes, Amarell sintió una ráfaga de adrenalina que le hicieron decir las palabras que tenía que decir de una manera violenta y desenfrenada.

- Sé quién y lo que sos – tenia ganas de golpear su propia cabeza contra la pared, que tonta se sentía, eso era prácticamente una amenaza. La sonrisa de Clark desapareció, cambiándolo por una expresión de incredulidad y tensión.

- No sé de qué hablas. – negó el.

- Claro que lo sabes – reclamo ella –. Sos un vampiro, estuviste el día en que mis padres murieron… - y de repente un nudo en la garganta le impidió seguir.

- Yo no estaba. Por favor, de donde sacaste eso. No puedo volar, no te salve yo… - estaba tan nervioso que empezó a decir incoherencias, incoherencias que concordaban perfectamente con sus sospechas.

- No me mientas, lo estás afirmando.

 Estás confundida, sé que querés llamar la atención para que alguien te entienda y note tus virtudes, pero te confundiste.

¿Cómo sabia eso? Horrorizada dio un paso para atrás.

- Sé quien sos, no me mientas, no soy una nena – Amarell se sentía tan estupida diciendo eso. Claro que era una nena, dolía admitirlo, pero tenía quince años, y… ¿Cuántos años tendría el? ¿unos 23? Y si sus sospechas eran verdad, solo dios y él sabrían su verdadera edad…

- No, claro que no lo sos – dijo con una mirada dulce y triste - , siempre fuiste incluso más madura que yo.

- ¿Cómo? – ¿siempre fui? Se pregunto Ela. El ya la había conocido, no sabía cómo, pero sabía que tenía la razón - ¿Cuál es el sentido de que me mientas?

- No, tenés razón. – dijo con una expresión de cansancio, sus manos reposaban sobre los hombros de la chica, ejerciendo presión sobre el pequeño cuerpo requiriendo un gran esfuerzo para mantener el equilibrio. – te tengo que contar la verdad. Pero no puedo, es muy duro…

- No te preocupes. Tenemos mucho tiempo – dijo ella. sentía como el amor hacia el se acrecentaba aún más. La sonrisa y la luz volvieron a su rostro, con una nota de ilusión. Amarell le sonrió de vuelta.

- Gracias. – dijo, apartándole de una manera tan familiar su pelo enrulado. El corazón empezó a latirle a toda velocidad, y para su desgracia, sabía más que bien que el podía sentir tanto sus latidos como la sangre corriendo a toda velocidad por sus venas. No sabía que era, la adrenalina, el amor o el hecho de que sea algo nuevo y tan conocido a la vez. Entonces sintió la presión de los labios del chico sobre los suyos. Esa presión no tardó en transformarse en un beso apasionado. había tantas cosas que aun no había podido aclarar sobre el tema pero eso no importaba, ya habría tiempo para enterarse, ahora estaba muy ocupada con Clark.

No te preocupes, estás a salvo esta vez, pensó Amarell.




Holaa!!!!! tanto tiempo q no escribo nada... lo que pasa es que estuve muuuuy ocupada, no solo con mis desastrosas notas, sino que tambien con un concurso de escritura, e hise unas cuantas historias, aunque solo termine esta. espero que les gustee!!!
M. A. Cherryfields

(vieron q cambie la firma?? mucho mas formal!! v me encanta, mi segundo nombre ahora es Acquarella.)