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26 de febrero de 2011

primer capitulo


Todo empezo con el deseo de venganza.
Mi nombre es Cathie (si, solo Cathie). Supongo que a simple vista no soy mas que una chica normal, gracias a dios, pero no lo soy. Mas allá de lo rara que sea, desde la muerte de mi padre vivo con la familia de un “amigo” de ellos del cual nada supe hasta que me llevaron a su casa y se convirtieron en mis tutores. Tengo que admitir que les estoy muy agradecida, esa fue una etapa difícil y tanto ellos como sus dos hijos, Damon y Lucinda, fueron muy buenos. Supongo que la estoy pasando bien, ahora que ya lo supere, aunque sigo siendo igual de rara que antes.
Ahora que lo pienso mejor, esto no empezó como venganza sino como una coincidencia.
Al tener que mudarme, la nueva ciudad en la que ahora vivia encajaba a la perfeccion con mi forma de ser. Bueno, en realidad no, ya que en esta ciudad no eras nadie si no tenias poderes (cosa que la mayoria carecia y yo no era la excepción que yo supiera). Por el otro lado, era muy impresionante lo que alguna gente llegaba a hacer, era como ver en vivo y en directo tu comic de superhéroes favorito.
Pero hablando de mi vida cotidiana (no se decepcionen), yo, para mi desgracia, debía ir al colegio.
-          Mira, ¿no esta barbaro? – aunque no se lo crean, esas palabras que escuchaba de mi mejor amiga Lucinda fueron la gran casualidad que causo todo.
-          ¿Quién? – pregunte sin hacer caso alguno, ya que mi amiga era nada mas ni nada menos que una babosa que miraba a todo pibe lindo, se daba media vuelta y me hacia la misma pregunta. No es que yo no sea tambien medio babosa, pero no soy tan obvia.
-          Ahí – anunció obligandome a mirar en direccion al chico – es Ciro – lo mire, y no pude no admitir que tenia razon, ese chico si que era lindo. Tenia ojos marron claro y pelo oscuro, una sonrisa arrogante iluminaba el oscuro corredor lleno de estudiantes, y a pesar de ser flaco, se notaba que era muy fuerte. Hise una cara de falso interes y volvi a mi busqueda. Tan concentrada estaba en buscar mi billetera para comprarme el libro que ni cuenta me di que a los cinco minutos de esfuerzos inútiles se habia ido todo el mundo, y yo estaba como una idiota maldiciendo a los vientos por no encontrar la billetera.
-          ¿perdiste algo? – me pregunto una voz en el oido, que me sobresalto de tal manera que me tropece sobre él.
-          No, nada. – mentí mientras me levantaba a toda velocidad sin mirarlo y me preparaba para irme.
-          Veo – dijo irónicamente - ¿no te vass a disculpar?
-          ¿Por qué debería hacerlo? – pregunté cerrando mi mochila.
-          No se si te diste cuenta, pero te acabas de caer sobre mi. – dijo el sorprendido.
-          Fue tu culpa por asustarme. – le respondi.
-          ¿Mi culpa? – me pregunto con una risa mientras yo me daba madia vuelta para seguir mi camino, pero justo me agarró del brazo para detenerme - ¿Siempre sos tan necia? – y no me quedo otra que mirar, y cuando lo vi me di cuenta de que estaba hablando con ese chico Ciro.
-          Bastante – dije riendo al ver su cara de incrédulo. Me solté y me fui.
No le conté ese estúpido episodio a Lucinda, se pondria histerica y no queria que me pidiera que los presentara.
Esa noche me recosté en mi cama y no pude evitar hacerme una pregunta: ¿Por qué se me habria acercado a hablar a mi un chico como Ciro? Me carcomian las dudas. Tenia un presentimiento acerca de él, pero no estaba segura de que seria. Yo siempre tuve un sexto sentido que me avisaba cuando cosas importantes pasarian. Cuando mi padre murió yo tenía este horrible tirón en la garganta antes de regresar a mi casa para encontrarme con su cadáver y los asesinos en mi propia casa.
Cambiando de tema, los asesinos de mi padre eran un grupo de mercenarios llamado los inmortales, cuyo lider mi padre, quien era detective privado, descubrio y encarceló. El covicto murió en ese lugar y sus seguidores buscaron venganza. Despues de su muerte, yo me lei toda la investigación que este habia hecho del grupo. Estos asesinos no eran tipos cualquiera, estos al parecer eran gente elegida por el odio y el poder que poseian. No entendia mucho de este mundo, pero se dividia en el típico angeles y demonios. Ambos tienen los mismos poderes, pero la diferencia es obvia, unos son buenos y otros malos. A pesar de eso, hay otros que no son ni buenos ni malos que juntan los poderes de ambos y son mas poderosos, aunque son raros de encontrar. Para volver al tema de los inmortales, son todos demonios poderosos que andan de guerra en guerra, para hacer las cosas mas simples.
Dormi entre esos pensamientos de odio y rencor, en otras palabras no dormi nada y al dia siguiente desperte con un terrible dolor de cabeza y un mal humor que asustaria hasta al mas temerario. Fui como siempre a la clase de Literatura con Lucinda, quien no se animaba a hablarme, y lo vi. Era increible su ignorancia, toda la clase queria acercarse a hablar y el nada. Asi de simple.
Me senté lo mas lejos de él que pude. No tenia ganas de hablar con él. Durante la clase no pude evitar el darme cuenta de las miradas que me dirijia, no eran esas miradas que te hace un chico cuando le gustas ni eran de odio, sino de… duda, eran como un signo gigante de interrogación que me ostigaba desde su banco. Al finalizar la clase Lucinda se fue a la clase de Lengua y yo me tenia que ir a la de Historia, por lo cual tarde, como siempre hacia en irme.
-          Ciro, ¿puedo hablar con vos? – le pregunto el director, quien entro sin que nadie se diera cuenta.
-          Si, seguro. ¿Qué pasa? – le pidio y acto siguiente los dos se retiraron.
Como siempre me pasaba, me propuse una cosa e hise otra sin siquiera darme cuenta. Me obligue a mi misma ir a la clase de  historia y sin embargo me encontre espiando por la puerta del director. Supongo que habia heredado la curiosidad y las habilidades de detective de mi padre y lo testarudo de mi madre. La pena era que hablaban en vos baja y lo unico que alcance a escuchar fue un “vos sos el unico con el suficiente poder como para vencerlos”. A pesar de ser una frase inútil saque mis conclusiones: Ciro tenia algun poder, era alguien importante. Probablemente por eso la gente quiere tanto hablar con él, pensé.
Me fui de ahí antes de que salieran y me diriji a donde siempre me iba cuando me escapaba de claces: el techo. Era muy simple, subia por la ventana de mi cuarto y llegaba a una terrasita que nadie conocia. La vista era hermosa, era como un cuadro de van gohg. Ahí me quede hasta la hora del almuerzo, por suerte para esa hora mi humor ya habia mejorado en la soledad y me sentia mejor. Me sente al lado de Lucinda, quien empeso a parlotear como un loro haciendo caso omiso a que yo estaba pensando en cualquier cosa.
Acordamos que después de la clase de gimnacia iriamos a la ciudad. Tenia muchas ganas de comprarme unos pinceles nuevos y ella ropa, como era de esperarse.
Despues de torturarnos haciendonos correr de un lado para otro (para su información, mi resistencia es nula) nos hicieron jugar un partido de voley con nada menos que los chicos, entre ellos, Ciro. ¿Me estara acosando para que me disculpe? Pensaba yo, aunque lo veia imposible, ya que nunca me disculparia por algo tan tonto, para que yo me disculpe tenia que ser estrictamente mi culpa y algo serio (¿ya les dije que soy muy rara?).
Lo bueno del tema es que siempre fui muy buena en voley. Asi que en el partido me luci como siempre lo hacia. Mas tarde, cuando me estaba llendo a juntar con Lucinda, me agarra Ciro.
-          Jugas bastante bien. – me elogio, pero estaba de brazos cruzados con una mirada de apurate-que-me-voy.
-          Gracias. – dije y segui mi camino.
-          ¿Vas a seguir sin disculparte? – me pregunto con hartazgo. Me detuve para mirarlo fijo a los ojos, como esperaba el se sorprendio.
-          ¿Es que a caso vos queres que me ponga de rodillas y te suplique perdón por haberme asustado? – me habia acercado lo suficiente para intimidarlo, aunque tengo que admitir que yo tambien estaba muy nerviosa. Controle mi respiración pero mi corazon daba unos brincos notorios, aunque el estaba demasiado ocupado intentando entender lo que le acababa de decir a tal cercania.
-          N-no – me respondio finalmete, mirandome con respeto.
-          Entonces ya esta. – dije con una sonrisa inocente y me fui dejandolo completamente desconcertado.
Para cuando me encontre con Lucinda en la salida yo estaba por alguna razon toda ruborizada. Ella, que sabia siempre si algo era o no por un chico, no espero ni a uqe llegara a su lado para saciar su intriga.
-          ¿Quién? – me agarró del brazo y me llevo a las corridas afuera.
-          ¿de que hablas? – intente hacerme la que nada sabia.
-          ¡Por favor! – me miro fijamente y como me esperaba consiguió su respuesta: - ¿Estuviste con Ciro?
-          Claro que no. – mentí.
-          Se te ve en los ojos, es la misma mirada que cuando lo viste la otra vez. – se explico.
-          ¿Qué mirada…? – entonces me di cuenta de lo que me decia - ¿te pensas que me gusta ese idiota?
-          Eso ya lo sabia, pero quiero saber que te dijo.
-          ¡Nada! ¡Y no me gusta! ¡Ni siquiera lo conozco! – estaba enojandome, ese chico solo me parecia un idiota.
-          Bueno… algo lo debes conocer porque esuvieron hablando. – me queria poner furiosa.
-          ¿Podemos dejar el tema? – le pedí y a ella no le quedo otra que cortarla.
Seguimos nuestro camino hacia la ciudad en silencio, hasta que el tema de mi cumpleaños surgio y tuve que luchar contra las sugerencias (mejor dicho ordenes) para el mismo.
-          ¡Por favor! Es muy tierno, ademas, se parece a vos.
-          ¡¿En que me parezco a un pony violeta?! ¡¿En que?!
-          No se, pero de alguna manera te tengo que convencer. – me dijo Lucinda, quien no podia ser mas tonta, estabamos ahí sentadas en un banco hablando sobre temas demasiado estupidos para ser nombrados (aunque ya lo hise).
-          Hola chicas. – era nada mas que el novio de Lucinda y sus amigos. Ya se lo  que piensan, ¿Cómo puede ser Lucinda tan babosa incluso cuando tiene novio? Bueno, la respuesta es simple: ella es asi, y el novio tiene unos cuernos de venado que los puedo ver desde la ventana de mi cuarto (ironicamente)
-          ¡Stephen! – exclamo Lucinda mientras ellos se sentaban a nuestro lado - ¿Cómo estas?
-          Bien, te extrañe – y empesaron a juntarse mas y mas hasta el momento en que no me quedo otra que darles un poco de privacidad, por mas imposible que fuera.
-          ¿y que se cuentan ustedes? – les pregunte a los otros dos chicos – Hace mucho que no nos veiamos.
-          ¡Cierto! – dijo el mas lindo de los dos, que era morocho – aunque no tenemos una vida muy interesante, ¿no?
-          Bastante asi – dijo el rubio. Yo asenti, y me quede mirando a la fuente que estaba al frente mio pensando en que podria parecerme a un horrible pony violeta. - ¿Seguis viva?
-          ¿Que? – dije sobresaltada al salir de mis pensamientos.
-          No cambiaste nada Cathie. – dijo Stephen – Siempre colgada.
-          Lo mismo digo, siempre igual de cursi. – le dije yo al ver la rosa roja que tenia Lucinda en la mano.
-          Que no te guste el romance no significa que yo sea cursi – se quejo.
-          ¡Huy! Disculpame, entonces, vos siempre igual de romantico. – dije falsamente fascinada. Todos se rieron menos él, aunque no hise caso.
-          Cathie, ¿vos conoces a un chico en tu curso llamado Ciro, por casualidad? - me pregunto el morocho, del cual todavía intentaba recordar el nombre.
-          Si, ¿Por qué?  Me limite a preguntar. Tenia una linda lista de insultos que quedarian bien en él pero no sabia cual seria la pregunta que me haria.
Por favor, no me malintermpreten, yo no odiaba a Ciro. Creo que en toda mi vida a los unicos que odie fuerona a los inmortales. Volviendo a la persona específica, tampoco me caia mal, me resultaba… ¿indiferente? Si, creo que es eso. No me interesaba su persona, pero el hecho de que me persiguiera para que le pidiera perdon era como un insulto para mi. Lo unico que tenia eran unos buenos insultos, pero honestamente hasta ese momento, no tenia prejuicios.
-          No, porque, me entere que el es al que mandaron para encargarse de los tipos que mataron a tu viejo. – eso si que no me lo esperaba. Ya sabia que habian elegido para algo importante a Ciro, por ser poderoso o algo asi, pero… ¿a los inmortales? No lo podia creer.
-          ¿De donde sacaste eso? – le pregunte
-          Se dice que va a buscar a un compañero de viaje (que por cierto es bastante largo me contaron) y quiere a alguien valiente.
-          Lógicamente, no le sirve de nada un compañero que cuando esten en peligro se escape. – dijo el rubio.
-          Supongo, pero yo solo te preguntaba, ademas, supuse que querrias ir con él, después de todo… - no pudo terminar la frase pero entendi lo que me queria decir, y tenia razon.
¿Qué daño causaria que yo fuera con él? Siempre fui muy valiente y fuerte. No se si seria una buena compañera, pero bueno…
-          una pregunta, ¿encontro a alguien? – las palabras salieron sin que las pensara.
-          No, al parecer no encuentra a nadie. – me respondio. Era de esperarse, tampoco esta buscando demasiado, después de todo el estar tan aislado no era una buena manera de buscar a alguien.
-          ¿Vas a ir? – me pregunto, y antes de responderle me fije si Lucinda estaba escuchando, si se enteraba que iba a ir se negaria completamente tanto porque estaria preocupada como porque en poco seria mi cumpleaños.
-          Si, pero no se lo digan a ella. – y ambos asintieron sin cuestionar.
Nos fuimos muy tarde, ya que tanto Lucinda como Stephen desaparecieron y terminamos encontrandolos por casualidad en la plaza. En otras palabras, estuve todas esas horas con los chicos (cuyos nombres aún no recuerdo), y me hise bastante amiga. Me resulto por alguna razon mas cómodo estar con ellos que con las chicas del instituto, que eran todas las “nenitas inocentes de mama y papa” incluso después de que la mayoria de ellas ya habian perdido su virginidad. Todo era rosa y lila, lo cual me ponia los nervios de punta, si fuera por mi todo seria rojo amarillo y naranja. Pero no importa, el tema era que me habia hecho amiga de ellos, y el problema de que solo sabia el nombre del rubio, que era Santiago.
A Lucinda la llevo el novio y a mi me llevaron los otros chicos. Si habia algo que extrañaba era mi moto, pero todavía era menor por lo cual no podia usarla (cosa que no deje de discutir, ya que yo habia provado ser mas madura que cualquier persona de mi edad). Lo bueno de que Lucinda fuera sola con Stephen era que podria ir a hablar con Ciro. Se que pareceria precipitado, pero debia por lo menos intentarlo. Santiago y el morocho ofrecieron hacerme de interlocutores, pero no lo conocían lo que lo hacia un poquito complicado. Al principio mi plan habia sido en vez de ir esa noche hablarle en uno de estos malditos encuentros como el de aquel día, pero por la misma razon por la cual me siguen negando la moto, soy muy impulsiva. Sin pensarlo dos veces me diriji con paso decidido a un encuentro que evitaba pensar, por que si lo hacia, me moria ahí mismo de la vergüenza.



Hola!! hacia bastante que no dejaba algunas palabras mias despues de mis historias, pero queria contarles que este pedazo de historia es el primer capitulo de una cosa que acabo de empezar. Tal ves ponga mas capitulos, pero quisiera pedir que si a alguien se le ocurre un buen titulo me lo pasen. ¡Gracias por leer! Comenten!
Mikuu