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2 de junio de 2011

Confesiones


Que bueno, después de todos los rozes con este trio tan extraño, amigarme con Mocca e ignorar a Leo, llegaron las tan esperadas vacaciones de invierno. Estas vacaciones significaban para mi dos cosas: primero, liberarme de esta presión de quien me gusta y quien no, los saltos de corazon, las palpitaciones a velocidad de la luz e incluso las arritmias que me causaban estos tres chicos, principalmente Leo; segundo, por fin tendria tiempo de pasarlo con mi familia.
Es sorprendente que casi nunca hable de mi familia, eso que somos bastante unidos. El tema era que últimamente, y eso eran los ultimos siete años, mi mama no estaba nunca, mi hermana hacia su vida, y mi papa aprovechaba la ausencia de las dos figuras mas prominentes de la casa para hacer las suyas y vivir la vida loca. Yo, en cierto punto la mas querida al ser la menor y a la vez la mas olvidada por mi actitud volada, en cambio, tenia que “hacer mi tarea”, aunque claro esta que nunca la hacia. En cuanto llegaba a mi casa, prendia la computadora, la musica, y dependía el dia lo que hacia. La mayoria de los dias tenia sueño, mal humor, estaba feliz o hiper enojada (cosas que me ponian hiperactiva) y caminaba de un lado a otro de la casa, me iba a la terraza y volvia (sin siquiera tener intencion alguna en estar ahí) o, en casos extremos, saltaba, se que parece ridiculo, pero a mi me sirve, de paso, si estaba de mal humor me ponia mejor, y si estaba demasiado feliz, me calmaba.
Bueno, como veran, yo parecia en cierto modo feliz, aunque el no tener amigos ni gente en mi casa, siempre me sentia muy sola. Aunque, si recuerdo las epocas en las que mi hermana estaba en casa y no habia terminado secundaria, daba gracias a dios por el presente. Antes, Bianca era una bestia. Tenemos mucha diferencia de edad, por lo cual no deberia haber sido tan complicada nuestra relacion. El problema era que yo significaba, cuando Bianca era mas chica y yo un bebe, una desepcion, y mi querida hermana no desperdiciaba oportunidades para mostrarmelo. Ella siempre quiso una hermanita, una chiquita a la cual tratar como una Barbie humana. Pero el problema era que, claro estaba, yo no tenia los atributos para ser una Barbie, no cuanto a lo fisico sino en personalidad. Nunca fui cariñosa, y siempre me molesto esa gente melosa que te besuquea y no te dejan de abrazar, me hacen sentir incomoda, y el tema era que Bianca era exactamente ese tipo de persona. Ademas, nuestras diferencias eran tan grandes que un abismo era lo mismo que llegar a la esquina, y yo vivia en una. En lo físico, yo tenia pelo corto, enrulado y marrón oscuro. Tenia unos grandes ojos azules, aunque tenia el problema de que a veces se me hinchaban y parecia que tenia dos bolsas de consorcio debajo de estos gracias a mi alergia al polvo. Mis facciones eran bastante suaves, y mi cara alfo redonda. Ademas, era bajita, tenia quince años y no llegaba al metro sesenta. Bianca, por el otro lado, era de esas chicas que todos se quedan mirando, no tenia un bajo perfil como yo. Tenia pelo rubio lacio y largo, ojos marrones oscuros y cara ovalada, y deberia medir unos 20 centímetros mas que yo. Despues, yo era el tipo de chica que usaba ropa de chicos por que le parece mas comoda, amaba los colores calurosos y vivia con pantalones, era raro verme con otra cosa fuera del colegio, era de lo mas simple. Ella amaba las polleras, las remeras super cargadas y todo tenia que ser rosa. Nuestras personalidades eran opuestas, yo era cerrada y abierta con mis amigos, y Bianca parecia abierta con todos, pero apenas lo era con migo o sus amigos. Ella tenia un fanatismo por lo nuevo, yo por lo antiguo y futuro, algunas cosas modernas me parecian vergonzosas. Habia momentos en los que incluso Bianca era algo discriminadora y prejuiciosa, cosas que yo reprovaba completamente. Nuestra unica similitud, era la manera de defendernos a nosotras mismas, cuando nos tocaban en el punto debil, eramos capaces hasta de desarmar los ejercitos alemanes de principios de las guerras mundiales. Si algo habia que aprender de nosotras dos era el ser precavido.
Como si fuera poco, yo era mas brava todavía cuando de mis amigos se trataba. Unos de mis mayores lemas era: no te metas con migo, y menos con mis amigos.
Volviendo con las vacaciones, salimos con mi familia a un lugar lejos, a pedido mio. Nos fuimos a San Luis, en una ciudad chiquita derca de Córdoba, de la cual habia estado investigando por interés propio. Decidimos ir a unas complejo de dos cabañas. Era increible la paz que habia. La visa a las montaña me inspiraba, y de algún modo lo que paso a ser un simple hobby que surgia del aburrimiento en claces, paso a ser una cosa mas constante con tan solo una semana. Todos los dias de la primera semana salia con una hoja mientras todos dormian e intentaba con un esfuerzo digno de un pintor de primera, pintar el paisaje. Las montañas cuando las nubes las tapaban en los dias nublados, la naturaleza, todo. Ese lugar me profesaba algo parecido al patriotismo o esperanza. Sentia como si fuera parte de aquel lugar. Con mi mama descubriamos lugares inesperados en caminatas largas y cansadoras por esas tierras irregulares. Con mi hermana investigabamos otros ambitos, tales como los chicos, que eran bastantes y muy lindos, por cierto. Con mi papa, bueno… con él no hacia nada en particular. Eran unas vacaciones perfectas hasta que una semana mas tardes aparecieron mis conocidos vecinos.
-    ¡Luna! ¿Que haces aca? – me preguntó Mocca, feliz de aquella coincidencia tan repentina.
-    ¿Luna? – preguntó sorprendido Leo y dio media vuelta para verme
Quise correr, quise morir, quise que me tragara la tierra, quise que se fueran, quise tantas cosas que ni todas las estrellas fugaces hubieran sido sficientes para satisfacerme. Estaban ellos dos ahí, mirandome con una expresión de sorpresa y emocion, y yo, alternando la mirada, reprimiendo con todas mis fuerzas el impulso de intentar golpearme repetidas veces la cabeza a ver si estallaba. Con falsa emocion, los salude.
Respire hondo, suspiré, y los alludé con las valijas. Se veian, ambos, felices. Esto me inspiró, no debia ser malo, estaba mi mejor amigo con migo en ese lugar paradisíaco. No deberia ser malo. Aunque, el que esten ellos ahí, hacia que no pudiera pasar mucho con mi familia.
Fue gracioso cuando presente a mi mama y mi hermana a ellos. Terminamos cenando juntos, y por razones desconocidas, con migo, Bianca y Mocca cantando “the Edge of Glory” de Lady Gaga.
Despues de una semana las dos familias ya estaban bastante unidas. A pesar de estar feliz de que se llevaran bien, me alarmaba la cercanía de Bianca y Leo. Sabia mas que bien que a mi hermana no le importaban ni las edades ni el que a mi me gustara un chico si a ella tambien. Nada que se metiera en su camino podria denominarse un obstaculo, ya que sus caminos parecian rodeadas por un impermeable que evitaba complicaciones. Mis nervios aumentaban por día. Yo solia andar por ahí con Mocca, y Leo andaba levantandose a mi hermana de una manera que me estrujaba el corazon. Escuchar esa risa de Bianca que solo hacia cuando se reia de alguno de esos chistes de los chicos que le gustaban e intentaba ligar simplemente me daban gtanas de irme corriendo. El que Mocca estuviera con migo amortiguaba mucho el dolor. Aunque ese dolor fuera una aguja punzante a mi amor propio, tambien sentia envidia por mi hermana. Ella era realmente hermosa e impresionante, completamente fastidiosa, pero sin duda en cuanto a los chicos era una experta.
Los dias de lluvias, en los cuales mi hermana y Leo aprovechaban para pasar aún mas tiempo juntos, yo me ponia con la computadora a escuchar y descubrir musica con Mocca. Mi amigo conocia mucho de musica europea y yo asiatica, principalmente japonesa o china. Al ser una otaku y una fanatica de  la cultura oriental de la cabeza a los pies, le enseñé a Mocca todo lo que conocia, incluyendo mi serie favorita anime, aunque para mi desgracia se quedo algo traumado por el yaoi que esta tenia. Despues estuvimos viendo otras cosas, videos, parodias, etc. Nuestros gustos eran bastante parecidos, amabamos esas series de asesinos, aunque la diferencia era que yo la analizaba como un experto y él solo la veia y difrutaba ver como mataban gente.
Un dia de estos feos, no vimos ni a Bianca ni a Leo en todo el día. Tenia ganas de morir. Recordaba ese dia en mi casa, cuando se iba, que me dijo que nunca seria una mas, yo lo habia tomado como que me queria, aunque recien me daba cuenta que talves lo que queria decir es que yo jamas llegaria a ser como las otras, porque las preferia a ellas. Mi corazon era polvo y mi humor, aunque lo disimulaba, pesimo. Ese dia a la noche no podia evitar preguntarme por mi hermana y él. Me costaba respirar. De repente se habrió la puerta.
-    ¿Luna? – preguntó una voz esperada y conocida. Tuve ganas de correr y tirarme sobre su cuello, pero recordé el daño que me habia causado durante esos últimos dias y ahora tenia ganas de prácticamente matarlo, demasiadas series asesinas pensé.
Me ise la dormida. No le queria hablar. Se acercó a mi cama, se sentó y me miro extrañado.
-    Luna, soy bruto, no tonto. Se que estas despierta. – me descubrió.
-    ¿Qué queres? – pregunté de mala gana girando para un lado.
-    Quiero saber que mierda te pasa. Estas muy rara, solo estas con Mocca, y, nose, no te veo igual.
-    No se de donde lo sacaste. – mentí.
-    ¿Como que no? Casi no me hablaste en todo este tiempo. – lo miré. Parecia dolido, pero yo estaba más. Era un idiota como el mayor de “Two and a Half Men” que pensaba con sus erecciones.
-    Puedo decir lo mismo. – le repliqué.
-    ¡Claro que no! Yo mas de una vez intente acercarme.
-    ¡Claro que no! – exclamé, rompiendo el silensio que estabamos manteniendo, sentandome bruscamente en la cama. Quedamos cara a cara. Esta vez no fui yo la que se sonrojo y quedo callada como idiota, sino él. Eso suponía un logro, uno muy grande. Esto me impulso y me dio mas valentía. Ya no tenia miedo a esos poderes suyos sobre mi. Ya no importaba.
-    Y, yo intente… - empezo él.
-    Si, intentaste acercarte, a mi hermana. – aclaré haciendo énfasis en esas ultimas palabras.
-    ¿A tu hermana…? Ah, ya entendi. – se alivió de repente, como si la neblina desapareciera de la nada, intentó explicar lo inexplicable – es que… no es lo que parece…
-    No, no lo es. – dije con una sonrisa irónica.
-    ¡No te burles! Es que, me estaba…
-    ¿Satisfaciendo, ligando, entreteniendo…? – tire suposiciones – por favor, me exprese mal, malinterpreta lo último, supongo que sabras hacerlo.
-    ¿Qué? Yo no estaba haciendo nada con Bianca… - negó Leo.
-    Por favor, Leo. Como dijiste vos, sos bruta, no tonta.
Me levanté.
-    Luna, por favor. – suplicó.
Sentí una mano rodeandome la muñeca. Leo se habia parado tambien y me obligo a dar media vuelta. Quedamos mas cerca que antes.
-    Mira, la razon por la cual estaba tanto tiempo con ella era que… - comenzó, yo no queria escuchar, tenia ganas de taparme los oidos y gritar como si apenas tuviera cinco años, él ya no me miraba, miraba al piso, como avergonzado – que, bueno, necesitaba ayuda…
-    ¿Con tu falta de recipientes? – dije sin pensar. Otra vez mi voz actuaba por si misma.
-    ¡¿podés parar?! ¡La maldita razon por la cual estuve tanto tiempo con tu hermana no es porque me gustara, me da asco casi, sino porque queria perdirle a ver como hacia para acercarme más a vos! ¡Para ver como podia confesarme! ¡Sos una idiota! ¡Vine aca harto de que me ignoraras para ver si tenia o no suerte! Te quiero, pero… pero… ¡No importa ya! – casi gritaba, parecia dolido. Quise abrazarlo pero me quede ahí, clavada como una idiota. Leo se fue, con un humor terrible, de la habitación dejandome a mi sain saber que hacer. Esta fue otra de las veces en que agradeci a mis acciones inconcientes.
Fui corriendo tras él. “¡Leo! Espera, por favor, ¡disculpame! ¡Disculpame!” le grité una vez afuera ambos. Con mis palabras de arrepentimiento, sorprendido, se dio vuelta para verme. Yo, que estaba corriendo a toda velocidad tras él, caí sobre su pecho y me abrazo. Lo miré, extrañada. Me sentía debil en cierto modo, lo cual me molestaba. Lo mire, en cierto modo ilusionada, él tambien. Se acercó a mi, poco a poco, y me besó. Mis manos fueron directo a su cabeza, entrelaze su pelo con mis dedos, y aumente la presión entre ambos. Mi corazon latia a toda velocidad, y lograba escuchar inclusive los de él llendo a ritmo. En cuanto Leo se separó de mi, me abrazo fuerte.
Sin decir una palabra más, se fue.
Al día siguiente no podia creer que las vacaciones ya hubieran acabado.
Volví a mi casa. El el largo viaje, mi hermana se mostraba bastante molesta, aparentemente si queria ligarse a Leo. Yo, ignorando el humor de Bianca y la musica horrenda que mi papa habia elegido, miraba por la ventana y recordaba la otra noche. Aún creía que era un sueño, no solo por el beso, el cual fue bastante distinto al de las otras veces, sino tambien el cambio de actitud en Leo. Me habia dicho que me queria, eso era algo no visto por el mundo. Un chico tan orgulloso, torpe y superficial confesandose a una chica como yo… una rara. No me sentia orgullosa como otras se sentirian, me sentia extrañada. Dudaba por momentos de las palabras dichas por él, me preguntaba una y otra vez si era verdad, si me mintió o si necesitaba con urgencia ir a comprarme unos audífonos para no volver a cometer idioteces por una mal interpretación causada por una sordera.
No tenia hambre, solo sed (aunque constantemente tuviera sed, vivia con una botella de agua a mi lado) y muchas, muchas dudas.
Mi mayor duda era: ¿Qué hacia con Mocca? Durante todos esos dias en los que sufri por la cercania de Bianca y Leo, él siempre estuvo a mi lado. Soporto toda esa musica y videos raros, intento reemplazar la ausensia de mi hermana, lo cual costaba mucho ya que desde que crecimos eramos bastante unidas, y tuvo que soportar, aunque no estaba segura de si se habria dado o no cuenta del hecho de que queria matar a todo aquel que se acercara a mi por lo que pensaba que Leo me hacía. No sabia como reaccionaria mi amigo si se enterara de que yo y su hermano eramos novios.
No sabia ni siquiera como reaccionaria yo misma si me enteraba que ahora era novia de su hermano.
Tampoco sabia del todo bien lo que sentia. Aun no sabia a quien queria de los dos.

-    Estoy tan harto… - suspiró Mocca desparramandose sobre un banco el primer dia de clases después de las vacaciones de invierno.
-    No te adelantes, esto recién empieza. – advertí. Me divertia y exasperaba por momentos lo facil que se rendia Mocca con los temas del colegio.
-    Ni me lo digas.
Como si fuera cosa de todos los dias, lo cual creo que hasta ese entonces era, Mocca vino a mi casa. Ya no sabiamos que hacer, jugabamos, por lo general, juegos en la computadora o hablabamos, no muy bien, de nuestros compañeros.
El día siguiente, a comparación de otros, fue un martirio. El día anterior con Martín habíamos comprado algo de comer y no se, le habría caido mal, por lo cual, me vi sola otra vez ante ese grupo. Había cambiado mucho en cuanto mi actitud en el colegio, quiero decir, yo siempre fui la misma persona aunque en el colegio era completamente distinta. A pesar de que me llevaba infinitamente mejor con los varones de mi curso si comparamos con el pasado, ellos seguían siendo quienes eran: unos molestos, rápidos, de goma (no importa cuanto los golpees, siempre van a sobrevivir a lo que les hagas) y racistas, aunque en el fondo no lo fueran, a mi no me mostraban lo contrario. Como siempre, y bastante bien sabe, me puse a dibujar. Siempre que estoy nerviosa dibujo, es una terapia y una manera de calmar mi hiperactividad. Si no estoy dibujando, escribiendo o hablando, necesito moverme. Constantemente. Volviendo a lo de antes, estaba ahí, tranquila, y me empiezan a molestar, y dale que dale con  los golpes en la espalda para hacerme equivocar o sacarme la hoja, o burlarme. Yo intentaba, como siempre, de responder de una manera no agresiva pero que les dejara sin palabra, no queria que me molestaran y por experiencia sabia que si usaba mi recurso mas usado inconcientemente que seria golpearlos ellos o se escabullirían y terminarian golpeandome a mi dejandome como una estúpida o, si lo lograba, me la devolverian y simplemente te harian pensar dos cosas: una, que les dolió terriblemente haciendote sentir culpable ya que no habia necesidad de reaccionar tan mal, o que no les causo ni el menor rasguño. Cuando desidí salir, para evitar problemas, todos, sin excepcion, los chicos se pusieron en medio del camino hacía la puerta sin dejarme pasar. Despues de un forcejeo, en el cual quede con un hombro medio dolido, logre llegar a la puerta por una suerte sospechosa: todos se habian retirado sin decir ni una palabra. Solo reían, con esa risa que te dice que algo va a salir mal. Inspiró hondo y habrió de un tirón la puerta con sus hojas de dibujo en una mano y en la otra los lapices. Entonces, sintió algo en la cabeza y no pudo ver mas. La presión era muy molesta, y no olía muy bien que digamos. Soltó con cuidado, dejando en el piso sus cosas de dibujo e intento sacarse el tacho de basura de la cabeza. Logró escuchar a travez del plástico las risas de la gente de afuera y de sus compañeros. Era contagiosa, en cierto modo. Logró escuchar tambien un grito, un chico, que les preguntaba que hacia y cual era su problema. Despues un golpe uno contra la puerta. Estaba con mucha curiosidad, aunque no lograba sacarme el tacho de la cabeza. Las risas se habian detenido y cambiado por exclamaciones de asombró y horror de chicas y de risas, aun mas fuertes y maliciosas, de los chicos. Me imagine ahí a mi, sin saber que pasaba, intentando sacarme un tacho de basura de mi cabeza con todo el pelo lleno de papeles y pañuelos, se que no debia, pero me dio mucha risa. Entendia porque el resto se reia, debo verme ridícula Pensé con orgullo: por fin me habia dejado de importar lo que pensaran los demas.
-    Oigan, no se que pasa por ahí, pero como que este tacho no me queda de sombrero, es un poco chico. – comenté irónicamente - ¿alguien me ayuda?
Se hizo un silencio. Medio nerviosa, segui con los intentos de sacarme aquel oloroso sombrero que me tapaba la vista. Entonces, dos manos retiraron las mias y lo sacaron con suavidad pero fuerza a la vez. Era Leo.
-    ¿Estas bien? – me pregunto preocupado.
-    ¡Obvio! – dije con una sonrisa despreocupada. El se ruborizo.
-    ¿Cómo podes estar bien? Estos idiotas te acaban de incrustar un tacho en la cabeza.
-    No fue lo peor que hicieron. – comenté. Me sentía feliz, él habia sido el que me habia defendido. Mire para los costados, nadie nos miraba a excepcion de unas chicas que antes habían estado o querian estar con Leo, que me hechaban miradas indignadas de superioridad, como si yo no mereciera que un chico como él me diese bola.
-    Uh, si eso no es lo peor no me quiero imaginar las otras cosas que te hicieron. – dijo agachandose.
-    Gracias por tus palabra de ánimo. – agradecí sarcásticamente.
-    No hay de que. Tomá. – y me entregó las cosas de dibujo que habia dejado en el piso. Me miraba con una expresión rara.
-    Gracias. – esta vez fui sincera – Gracias por defenderme. – le miré fijo. Se sentía incómodo.
-    No te pienses que voy a correr detrás de vos como un policia asegurandome de que no te hagan nada, tengo una vida. No soy mi hermano. – auch, eso me había dolido.
-    Nunca te pedí que me ayudaras, ni lo voy a hacer. – le informé – No tenes la obligación de perseguirme, y Mocca tampoco la tiene ni lo hace. No hagas las tareas que no te dieron. – concluí.
Sin decir nada más, baje las escaleras y me fui al baño, solo para ir a algun lugar lejos de su alcanse. Sabía mas que bien que ningun chico se acercaba siquiera al corredor que daba a las aulas de kinder y a los baños de las chicas. Me miré al espejo y note otro progreso: no estaba colorada. Con una sonrisa, mire el reloj de mi celular (siempre olvidaba el mio en la mesita de luz) y me fui a clases.
El día se paso rápido, después de lo que paso (lo del tacho, y al parecer ese ruido sordo había sido Leo agarrando del cuello de la camisa al que me habia metido el tacho y lo empujó contra la puerta) estuve tranquila. No hablé con Leo, Mocca no vino, y los chicos no molestaron.
-    Luna. – me llamó Luke, el idiota que me tiro el tacho en la cabeza. No era muy alto, mas o menos era de mi misma estatura. Tenia pelo claro y ojos marrones. Era increible como a pesar de ser la persona a la que hace mas conocia (eramos compañeros y muy amigos desde kinder en otro colegio, él se cambio poco antes que yo) nos llevabamos pésimo.
-    ¿Qué queres? – respondí de mala gana. Estaba guardando mis cosas para huir de una vez por todas.
-    Queria… disculparme. – lo miré sorprendida. Nunca habia, en toda mi vida, escuchado una disculpa salir de su boca.
-    ¿Qué?
-    Si, creo que me zarpe un poco con lo del tacho y mandar a todos a taparte…
-    ¿No lo decis por Leo, no? – ¡Callate! Pensé, como si pudiera darle una orden a mi maldita y rebelde voz.
-    No. No me importa ese tipo. – contestó. Parecía honesto.
-    Ah, bueno…
-    ¿Querés que te acompañe? Me siento algo culpable. No deberia tratar asi a mis amigos, menos aun si los tengo de hace tanto. – me ofreció con una sonrisa tímida. Me preocupé, toque su frente para ver si estaba enfermo.
-    ¿Te sentis bien, Luke? Pareces estar muy mal. – dije yo.
-    Estoy bien – contesto entre risas -. Quiero hablar con vos a solas.
-    Eh… bueno.
Me estaban empesando a hartar estas misteriosas charlas a solas con chicos tan… raros. O talvez tan normales, no lograba distinguirlo.
Caminamos en silencio las tres cuadras hasta mi casa. La duda me carcomía por dentro: estaba con migo para burlarse mas tarde o para decirme en serio algo. No daba mas. En cuanto abrí la boca para preguntar, él ya se me habia adelantado. Era una pena que ya estuviesemos en la puerta de mi casa. Solo esperaba que lo que me tuviera que decir no terminara con un: “¿puedo subir?” en cierto modo sentía como si las únicas personas que tenian derecho, y por distintas razones, a subir, eran Leo y Mocca.
-    Mira Luna, lo que te quiero decir, bueno, en realidad, te quiero dar una explicación. – empesó Luke.
-    No te gastes, no la necesito. – le interrumpí
-    No me importa si la necesitas o no, yo necesito decirlo. – dijo él – Mira, es simple, y no te lo pienso volver a decir ni pienso mencionar algo sobre esto, es solo para desahogarme. Y por favor, no le cuentes nada a nadie.
-    ¿Por quien me tomas? – pregunté yo decepcionada. Me odiaria, pero nadie podia dudar de que era digna de confianza.
-    Te quiero. Listo ya lo dije. – confesó Luke completamente avergonzado mirando al piso. Se dio media vuelta para irse. Recién reaccione lo tome del brazo. Necesitaba una explicación.
-    ¿Qué? – le pregunté.
-    Lo que escuchaste. Me gustas, mucho. Desde siempre. – me mordí el labio y lo mire fijo.
-    Si te gusto, por qué…  por qué… ¿Por qué siempre intentas hacerme la vida imposible? – le cuestioné. Ese chico fue el causante de que mi vida escolar fuera tan solitaria y miserable. En cierto modo siempre había querido a Luke, pero lo que me habia hecho no tenia perdon. Lo mire, sentía la angustía quemaba mi garganta.
-    ¿Por qué? ¡Porque nunca me diste bola! ¿Qué pensabas, sino? - estaba destrozado.
-    Luke, yo siemrpe te di bola. Pero me parece que sabes que yo evito a los que me joden. – le expliqué yo – Ademas, no hay manera de que lo supiera.
-    ¿Cómo que no? Te acordas de cuando eramos chicos, esas cartas. Era obvio que eran mias. Luna…
Entonces me acorde. Todavia guardaba esas cartas. Me parecieron pateticas, pero esas habian sido mis peores epocas y leerlas me hacian sentir bien. Como si valiera. Me sentí alagada.
. Luke… - estaba a tan poco de… no importa. Me acorde de Leo. Su confeción. No sabia si tenia que hacer algo con Luke para ayudarlo a olvidarme. Entonces, no tuve mucha suerte.
-    ¿Qué pasa? ¿Te está molestando? – preguntó Leo. No me pregunten de donde salio.
-    Nada, yo ya me iba. – le contestó Luke sin sacarme la mirada de encima. Me senti nerviosa. Por un lado queria hablar con Leo sobre esa vez en las vacaciones y por el otro queria correr a abrazar a Luke.
-    Bien, no te quiero volver a ver cerca de ella. – le amenazó Leo. Me paso un brazo por la cintura, como si le perteneciera, y lo miro feo. Pude ver la cara de dolor de Luke, aunque no por mucho tiempo. Reaccionó.
-    Soltala. No es tuya. – le desafió.
-    Tampoco tuya, no tenes derecho de decir de quien es.
-    Ella no es de nadie, soltala. – Luke dio un paso para adelante. Leo parecia divertido.
-    Por lo único que la soltaria seria para cagarte a trompadas, pero no vale la pena, estoy mas feliz asi. – estaba medio congelada.
Mire a Leo y a Luke a la vez, estaban ambos mirandose amenazadoramente. Me solté de Leo de un tirón y me interpuse.
-    ¡Basta! ¡No sean idiotas! – exclamé.
-    Tiene razon, ademas, no tengo interes en romperte hoy la nariz. – dijo Leo.
-    Espera. – le susurré al chico y me diriji hacia Luke – No le hagas caso, no vale la pena.
-    ¿Estan juntos? – me cuestionó.
-    No, creo… pero no. – me apure en decir al ver su cara de tristeza – Anda, yo lo calmo, ¿dale? Hablamos mañana.
-    Como digas. Pero, aunque no quiera hablar del tema, quiero que sepas que por nada del mundo voy a dejar que estes con ese idiota. No te merece. – me dijo mirando a Leo. Le salude, con oculta felicidad y me dirijí a Leo, quien se miraba arrogantemente la mano derecha.
-    Listo, ¿era necesario todo eso? ¿De donde saliste?.
-    Me aburría.
-    Y porque no fuiste por una de tus chicas. – le pregunté en forma de desafío. El se quedo tildado, aunque sonrió y se encogió de hombros.
-    ¿Subimos? – dijo con una sonrisa que rebalsaba arrogancia. Mi corazon dejo de latir, Leo me parecia cada dia mas irresistible.
Aunque, de algun modo sabia que esto iba a terminar con un chico pidiendome subir a mi casa. Aunque, este era Leo.

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